Cada 30 de mayo se conmemora el Día Nacional de la Donación de
Órganos, porque en esa fecha nació Dante, el primer hijo de una mujer
trasplantada hepática en un hospital público. Este nacimiento pone de
manifiesto la posibilidad de dar vida gracias a la donación de órganos.
Este día representa una oportunidad para estimular la conciencia
sobre el valor de la donación, y reflexionar acerca de un problema de salud que
afecta a numerosos ciudadanos de nuestro país. Por tal motivo, alrededor de
todo el mundo se llevan adelante diversas actividades, teniendo como objetivo
fortalecer el compromiso del sistema de Salud con el proceso de donación y
trasplante..
El
transplante de órganos es un tratamiento médico indicado cuando toda otra
alternativa para recuperar la salud del paciente se ha agotado, que sólo es
posible gracias a la voluntad de las personas que dan su consentimiento para la
donación. Se trata del reemplazo de un órgano vital enfermo, sin posibilidad de
recuperación, por otro sano. Los órganos que se trasplantan en nuestro país
son: riñón, hígado, corazón, pulmón, páncreas e intestino.
La donación de órganos es posible sólo en 5 de
cada 1000 fallecimientos debido a la complejidad de los requerimientos
necesarios para llevarla a cabo; sólo puede concretarse si la muerte sucede en
una unidad de terapia intensiva y requiere de inmediato una serie de pasos
coordinados en simultáneo.
El transplante de
tejidos es un tratamiento médico que consiste en el reemplazo de un
tejido dañado por otro sano. Se trasplantan córneas,
piel, huesos y válvulas cardíacas, provenientes de donantes cadavéricos.
Gracias a los trasplantes de córneas cada año cientos de personas recuperan la
vista. Un trasplante de hueso puede prevenir una amputación en pacientes que
padecen cáncer de hueso. Las válvulas permiten tratar enfermedades cardíacas.
La piel es empleada en pacientes con severas quemaduras. La mayoría de las
personas pueden donar tejidos. A diferencia de los órganos, los tejidos pueden
ser donados hasta 6 horas después de ocurrida la parada cardíaca.
Por su parte, el
transplante de médula ósea es un tratamiento médico indicado en personas
con enfermedades hematológicas terminales -por ejemplo, ciertos tipos de
leucemia- que pueden ser tratadas con un trasplante de Células Progenitoras
Hematopoyéticas (CPH), conocido popularmente como trasplante de médula ósea.
Las células son donadas en vida por un familiar compatible o un donante
voluntario. Para efectuarlo, en una primera etapa, al paciente se le destruyen
las células enfermas mediante tratamientos que combinan quimioterapia y/o
radioterapia. A continuación, se infunden al paciente las células extraídas del
donante. Finalmente, éstas reemplazarán a las enfermas y comenzarán a producir
células sanguíneas propias en un plazo relativamente corto.
El transplante se torna necesario en
determinadas circunstancias, en general como consecuencia de enfermedades o
accidentes, es posible perder la capacidad habitual que tienen los órganos de
realizar funciones básicas para la vida. El corazón bombea la sangre, los
pulmones la oxigenan, el hígado y los riñones la depuran. Al mismo tiempo,
sintetizan hormonas. Todos ellos son indispensables para un correcto
funcionamiento del organismo. Cuando sobreviene un trastorno importante que
afecta el desempeño de algún órgano vital, es necesario un trasplante que permita
sustituir las funciones del órgano dañado.
Para
realizar un transplante de órganos no hay un tiempo establecido, dado que cada
paciente demanda un órgano o tejido con características específicas. El Incucai
trabaja todos los días del año y concreta en promedio 3 operativos por día a
través de los cuales se procuran órganos y tejidos que son distribuidos
equitativamente entre los pacientes en lista de espera. Cada persona que se
convierte en donante real tiene determinadas características propias. El tiempo
de espera depende entonces de la aparición del donante más apropiado para cada
paciente a partir de las coincidencias entre ambos, lapso que puede demorar
días, meses o años.
Una vez realizado el transplante, a fin de
evitar el rechazo del organismo hacia el órgano implantado, el paciente debe
recibir medicamentos para atenuar la respuesta del sistema inmune, mecanismo
que tiende a destruir a todo agente extraño. El seguimiento estricto de la
medicación es vital, así como los cuidados higiénico-dietéticos. Durante los
primeros meses posteriores al trasplante, se requiere una relación estrecha con
el médico tratante a través de exámenes y revisiones periódicas. Sin embargo,
en términos generales, la reintegración a la vida cotidiana es completa, incluso
es posible hacer actividad física. El médico tratante informa de las
precauciones necesarias en cada caso concreto.
Toda
persona mayor de 18 años puede manifestar en forma expresa su voluntad
afirmativa o negativa respecto a la donación de sus órganos o tejidos. La
donación dependerá de las características del fallecimiento. Llegado el
momento, los médicos determinan cuáles son los órganos y/o tejidos aptos para
trasplante.
Se pueden donar órganos en vida solamente ante
una necesidad extrema, frente a la falta de donantes cadavéricos, se plantea la
posibilidad del donante vivo, debiendo existir un vínculo familiar de acuerdo a
la legislación vigente. Esta alternativa se refiere únicamente al caso de
trasplantes renales y hepáticos. El órgano más común que se dona en vida es el
riñón, ya que una persona puede desarrollar una vida normal con un solo riñón
en funcionamiento. Parte del hígado también puede ser trasplantado.
La donación de órganos entre familiares está
permitida exclusivamente cuando se estima que no afectará la salud del donante
y existan perspectivas de éxito para el receptor.
¿Quiénes no pueden donar?
Toda persona menor de 18 años no puede
manifestar su voluntad afirmativa sobre la donación de sus órganos o tejidos.
En caso de fallecimiento de un menor de 18 años, se puede solicitar a los
padres o representantes legales el consentimiento para la donación de órganos
y/o tejidos.
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