La traición (autora Álvarez, Lucía)
Raian
llegó una mañana, de su trabajo, muy cansado.
Por el momento, lo único que quería hacer era descansar. Durmió durante
una hora. Cuando tocó el timbre de su puerta, medio desorientado, la abrió: era
su hermano Reimon y le había traído una noticia de su padre. Quería que se
reunieran los dos con un juez, para debatir la herencia que a cada uno le
correspondía. Raian tenía de herencia una casa en Puerto Madryn y bastante
dinero en efectivo. Reimon, solo parte del dinero.
Muy
furioso, el hermano mayor Reimon, salió para la casa de su padre a buscar una
explicación. Porque él mantenía los negocios de la familia, en cambio, Raian no
hacía más que cuidar la salud de su padre. Raian quiso detenerlo, porque su
padre no se sentía muy bien, como para discutir. Pero cuando lo iba a detener,
le llegó una llamada de su amiga Magalí.
Ella quería que vaya a su casa urgente y, como
eran muy amigos, así lo hizo. Al llegar, él la notó muy rara, pero sin
preguntarle nada la invitó a un bar a tomar unos tragos, como solían hacer
todos los fines de semana. Él le contó sobre la herencia, el conflicto con su
hermano y ella lo miraba con una mirada perdida, como si no lo escuchara y ni
una sola palabra le decía. Al notar Raian la rareza de ella, la llevó de regreso
a su casa y le pidió que descansara que al otro día volvería a visitarla.
Raian
se acordó de que debía ir a comprarle unos medicamentos a su padre. Al llegar a
la casa de su padre, vio que la puerta del patio estaba abierta, pero no le dio
mucha importancia. Al entrar a la casa, no logró encontrarlo. Fue hacia el
lavadero, pero tampoco estaba allí. Vio que en el suelo, había una pala
oxidada, con sangre en el mango. Creyó que su padre se había lastimado mientras
arreglaba el jardín. Por eso, fue hacia el hospital, pero nadie lo había visto
allí. Siempre iba a tomarse la presión, pero ese día no lo había hecho.
Rápidamente llamó a su hermano para ver sí su padre estaba con él. Era difícil
contactarse. Tomó su auto y salió hacia la casa de su hermano, al llegar no
encontró a nadie.
Tan
asustado y triste llamó a su amiga, para poder descargarse de lo sucedido. Ella
no contestaba sus llamados. Intentó varias veces pero le daba apagado. Fue
hacia su casa, y al llegar vio a su auto
de su hermano estacionado. Esto le pareció muy raro. Tocó el timbre,
Magalí lo atendió, le dio paso y vio a
su hermano sentado en uno de los sillones de la casa, él lo miraba con un
aspecto amenazador. Raian preguntó:
-¿Qué
es lo que está pasando? –sin todavía saber nada de su padre.
Al
caminar hacia su hermano, Magalí le pegó en la cabeza, con un palo. Desmayado
por el golpe, lo metieron en el baúl del coche de Reimon. Magalí y Reimon
tenían una relación a escondidas ya desde varios meses atrás.
Llegaron
a la casa de Puerto Madryn. En unas horas, Raian despertó de su desmayo, vio
que estaba encadenado y, a su derecha, vio a su papá, sin vida. En eso, llegó
su hermano de la mano de Magalí, Raian les dijo:
-¿Por qué hacen esto?
-Tú y tu padre mueran con su estúpida herencia –respondió su hermano.
-Tú y tu padre mueran con su estúpida herencia –respondió su hermano.
Magalí
tomó un tanque de combustibles y lo vertió sobre el cuerpo de Raian, quien
gritaba desconsoladamente pidiendo explicaciones. Su hermano, riéndose en su
cara, tomó un chispero y se lo tiró encima. Los dos se fueron riendo y contando
el dinero de la herencia.
Entre
tanto, llega una llamada a los bomberos diciendo que una casa ardía en llamas.
Salieron en dirección a ella; vinieron peritos de la comisaría a investigar el
crimen, tomaron como prueba lo que comenzó el incidente: un chispero viejo. También
vieron que el cuerpo de un hombre adulto, no solo fue incendiado sino también
maltratado, golpeado. Por eso, los investigadores analizaron más a fondo. Luego
de varios días, lograron encontrar al sospechoso de dicho hecho: no era nadie
más que Reimon. Las huellas dejadas en el chispero lo decían todo.
Él
fue detenido, y para no ser el único culpable en el crimen, delató que Magali
lo había ayudado. Ella, muy enojada y viendo que su propio novio la había
delatado y también cómo la había obligado a ser infiel a su mejor amigo,
confesó la trampa y cómo fue en verdad todo el crimen: cómo mataron al padre,
por qué y cómo mataron a Raian, para quedarse con su herencia. Ambos fueron
detenidos y se les aplicó una condena de varios años.
Periodistas (autor: Nicotena, David).
Hace mucho
tiempo, un grupo de chicas llamadas Juana, Agustina, Rocío y Lucía que habían terminado la secundaria, decidieron
estudiar periodismo en una universidad de Brasil llamada Todos con el
Periodismo.
Ellas querían
ir a esa universidad porque se comentaba
que allí desaparecían personas y querían investigar ese caso y ser las primeras
en reportarlo.
Estaban por
subir al avión, pero no encontraban a Agustina. La buscaron por toda la
terminal y diez minutos antes de subir al avión la encontraron en el bufet
tomándose una taza de café. Apuraron a y salieron corriendo hasta el avión. Llegaron con lo justo. Juana y Lucía se sentaron juntas. Rocío y Agustina,
debieron hacerlo separadas. Rocío se sentó al lado de una mujer demasiado
sensual que a Rocío le llamaba mucho la atención y le dijo: “¿Te imaginas si se
cae el avión? Y la señora, desconfiando de su suerte, contestó: “Esas cosas
sólo suceden en las películas”. En cambio, Agustina se sentó al lado de una
señora con cara de mala y muy grandota.
Llegaron a la
universidad y empezaron a desempacar. Una de las chicas del pensionado les
dijo:
-¿Ustedes
piensan estudiar acá?
-Sí, ¿por
qué?, respondieron ellas.
-Les conviene
irse, porque ya desaparecieron dos chicas, yo estoy empacando para irme.
A pesar de
esta advertencia, las chicas empezaron su primera clase.
El directo
llamó a Lucía, ella sin pensar fue a su oficina y, unos minutos después, se
escuchó un grito. Todas salieron corriendo hacia afuera y encontraron a Lucía
llorando. Las chicas, sin entender, le preguntaron y ellas respondio:
-Mi mamá me
vino a visitar y la encontraron tirada
en el patio, muerta.
Esa noche,
Lucía se puso a recorrer toda la universidad buscando pistas, algo para
encontrar al que mató a su madre. Ya eran las 3 a.m. y amargada se fue a
dormir. Al otro día, fue a hablar con el director. Antes de entrar, escuchó
gritos y discusiones. Igual tocó la puerta, hubo un silencio y abrió la puerta,
pero el director la frenó, no la dejó entra. Desde la puerta le dijo a Lucía
que vaya a ver a su madre a la morgue y que le dejaba unos días para descansar.
Lucía
desconfió del director, por eso fue a ver a su madre, pero luego volvió a la
universidad para así poder entrar a la dirección a inspeccionar tranquila. Pero
no lo hizo sola, sino acompañada por sus amigas, Juana, Agustina y Rocío. Cuando llegó la noche, todas estaban listas para investigar. Pasaron por una
ventana abierta que daba al patio, una vez adentro, vieron una puerta que
estaba cerrada con candado. Rocío, que era la más curiosa de las cuatro, empezó
a patear la puerta, haciendo un ruido
tremendo, hasta que la pudo abrir. Atravesaron la puerta, y adentro vieron que
había un montón de máquinas y cosas tapadas.
Juana destapó
una especie de escritorio o camilla y resultó ser una de las chicas que estaba
desaparecida. Inmediatamente salieron corriendo y llamaron a la policía. En
pocos minutos, llegaron los agentes y les mostraron todo lo que había en la
dirección.
Para cuando el
director llegó, la policía lo estaba esperando. Las chicas consiguieron lo que
querían y Lucía, aún muy dolida, pudo conseguir justicia.
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