El concepto de valores humanos abarca todos aquellos bienes universales que vamos adquiriendo, asimilando y transmitiendo en nuestra vida y que nos motivan en nuestras decisiones cotidianas, ayudándonos a nuestra autorrealización y perfeccionamiento.
Hay muchas clases de valores, según el plano donde nos situemos o el aspecto de nuestra vida que nos afecta:
• Los
económicos, que se relacionan con la materialidad
• Los que nos
satisfacen como persona
• Los que
trascienden la persona
• Los que
ayudan a relacionarnos con los demás
Podemos citar
algunos de ellos:
• DECENCIA:
vivir y comportarse dignamente.
• COHERENCIA:
actuar siempre de acuerdo a nuestros principios.
• SANA
DIVERSIÓN: tener actividades recreativas que nos permitan disfrutar de los
Derechos Humanos.
• SABER DAR Y
RECIBIR CONSEJOS: una palabra dada o escuchada en el momento oportuno nos
permitirá encontrar el rumbo favorable en nuestra vida y en la de quienes nos
rodean.
• PATRIOTISMO:
vivir plenamente como ciudadanos e inculcar el respeto a nuestra Nación.
• PUNTUALIDAD:
el valor de estar a tiempo siempre en el lugar indicado.
• OBJETIVIDAD:
ver el mundo que nos rodea como es y no como queremos que sea.
• DOCILIDAD:
ser conscientes de la necesidad de recibir ayuda en todos los aspectos de la
vida.
• COMPASIÓN: es
una actitud de servicio frente a la necesidad de otros seres humanos.
• AMOR: es
fundamental en nuestras vidas, todos lo necesitamos, ya sea darlo o recibirlo.
•
DESPRENDIMIENTO: nos ayudará a poner nuestro corazón en las personas que nos
rodean y no en las cosas materiales.
• SERENIDAD:
nos permite conservar la calma y ser amables y cordiales a pesar de nuestros problemas.
• RESPETO Y
TOLERANCIA: son la base para convivir armónicamente en la sociedad.
Ninguna sociedad puede
encontrar el camino hacia su crecimiento progresivo e integral si no tiene a la
vista nociones y modelos efectivos de conducta, de superación y de
dignificación moral y espiritual. Con esa idea y con esa convicción se sancionó
en nuestro país hace seis años (concretamente, en 2003) una ley, la 25.787, por
la cual se decidió instituir el 29 de julio de cada año como fecha para la
celebración del Día de los Valores Humanos.
La citada norma dispone que
ese día se impartan en todos los establecimientos educativos del país clases
alusivas, destinadas a exaltar el significado de los valores que dignifican y
ennoblecen las relaciones humanas. El propósito de los legisladores fue establecer
un mecanismo que llevara a los argentinos a reflexionar sobre aquellos
principios y sobre aquellos resortes de carácter moral que contribuyen a la
autorrealización de las personas y de las sociedades, así como a una fructífera
superación espiritual.
A menudo se piensa que las
crisis y las dificultades coyunturales que afrontan las naciones se deben
encarar y resolver mediante una aplicación estricta de principios o recetas
extraídos del campo de la economía o de la dialéctica política y social. Pero
se olvida que todo proceso de declinación o decadencia nacional o colectivo
encubre, por lo general, un progresivo debilitamiento de los valores de orden
moral que alumbran la dinámica interior de toda comunidad o de sus estructuras
sociales, familiares o dirigenciales. La idea que determinó la sanción de esa
norma legal muchas veces olvidada fue sin duda la de promover una sana difusión
de aquellos principios y modelos de conducta que ayudan a orientar a las nuevas
generaciones hacia la plena realización de sus más valiosas riquezas interiores
y de su permanente enriquecimiento moral.
Un ámbito fundamental para la
transmisión de esa clase de valores es, por supuesto, el que nace de la
formación que se imparte en el seno de la familia. Se trata de realidades que
se enseñan y se inculcan, en buena medida, como parte de los primeros
aprendizajes de la vida. Al mismo tiempo, nadie puede dudar del papel decisivo
que la escuela está llamada a desempeñar, asimismo, en todo lo que atañe a la
construcción de valores, contenidos y reflexiones que prefiguren o posibiliten
una sólida orientación moral o espiritual.
Un país se proyecta y se
edifica por múltiples caminos. Se proyecta y se edifica por la vía de los
grandes emprendimientos que permiten avanzar hacia el pleno desenvolvimiento de
las energías que toda sociedad esconde en lo más profundo de su potencial
económico y productivo. Pero el crecimiento integral de una nación o de una
sociedad presupone algo más. Presupone la preservación de su mejor y más hondo
reservorio de valores morales. A esos valores debe atender la comunidad en una
correlación permanente con el fortalecimiento de sus estructuras educativas y
de las energías que emergen de su riqueza interior y de su vocación espiritual
y creativa. Y en ese proceso desempeña un papel decisivo la fuerza que emana de
ese sedimento de valores humanos a los que resulta imprescindible volver una y
otra vez.
Libertad
Ser libre es como un vuelo sin medida,
recorrido sin tiempo, trayectoria
Luminosa de espacios sin memoria
de vallados o cerco que lo impida.
Volar sin un periplo de partida
Lejos de la rutina y de la noria;
Mas no solo volar, vivir con gloria,
Que es el secreto para honrar la vida.
Por eso sí: verás que hay otros sueños
Iguales a los tuyos, también dueños
de tus mismos espacios recorrer.
Para entonces sabrás que tu camino
Limita en otros con igual destino.
Libre…solo para cumplir con tu deber.-
Del libro La copas de Alabastro (poemas) de Julio
J. Villaverde
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