“Una palabra no dice nada, y al mismo tiempo lo esconde todo…
igual que el viento esconde el agua, como las flores que esconden lodo…”.
Una palabra se vuelve imagen y nos evoca un dolor del alma, una
palabra envuelta en sonido nos lleva lejos, a un tiempo divino. Quien las escribe, a veces no sabe, lo que provoca cuando
lo hace. Quien las describe a veces no mide, lo que genera cuando las toca,
cuando las pone ahí todas juntas, porque ellas solas marcan pasiones. Esas
palabras que encajadas, entre dos comas, y dos miradas, van provocando en quien
las lee, una sonrisa, una carcajada, o una lagrima desencajada. Cuando escribes no lo contemplas que tu palabra lleva
una carga, que al imponerla con esa facha, de muy bonita o muy barata, tiene un
sentido, duele o repara, calma o divierte, enseña o aparta. Cuando describes una mirada, una
persona, una circunstancia, pones tu impronta, pones un sello, el sentimiento,
tu propia alma, no es objetivo cuando lo haces, estas teñido de lo que sabes.
No eres extraño a lo que cuentas, eres cercano a esas palabras, las has vivido,
las has tocado, las han tenido atragantadas, las liberaste sobre el papel como
se sueltan gotas de agua, pusiste frases, pusiste letras, una tras otras, y relataste
mil sensaciones, como si fueras dueño del tiempo paralizaste los sentimientos.
El que te lee queda perplejo pues generaste algo en su cuerpo, una emoción, una
caricia, una tristeza, una alegría. Una palabra, no dice nada…. hasta que encuentra un alma sabía
que tiene instinto para plasmarla como un poema, como una carta, como un
relato, como le salga….Nunca detengas a ese escritor, a
ese poeta que anida tu alma, déjalo libre, déjalo que hable, déjalo que use
todas sus palabras, aunque se equivoque… déjalo libre, deja que salga.
C o m o a g u a. (libros
– álbum del eclipse). Autores: Giménez, Eduardo Abel, y Esteves, Cecilia
afonso.
Como los deseos,
que no pueden estar
quietos,
se apuran, escapan, crecen, se achican,
no saben esperar,
tienen forma de otros deseos,
se mezclan para hacer deseos nuevos,
y después ya no se sabe.
Nubes.
Como el miedo que te recorre,
cada noche,
cuando hace frío,
como el frío de la mañana,
cuando no hay luna,
cuando se oye el ruido de las ranas
al otro lado,
justo antes de dormirte.
Lluvia
Como disimular la risa
en un lugar lleno de gente.
Como el alivio de llegar.
Charco
Como irte y volver.
Como quedarte.
Como moverte en todas las direcciones.
Como llegar al lugar de descanso
y perderte
y encontrarle otra vez
y volver a perderlo.
olas
Como encontrar el camino que buscabas
y en vez de seguirlo
empezar a buscar otro.
Como dividirte en mil pedazos
como multiplicarse en mil pedazos,
y no romperte nunca.
Cascada
Como esperar algo
Sin que nadie lo sepa.
Vidrio empañado
Como el frío de la mañana,
Con el viento, el pasto, el sol de la mañana,
Con los olores de la mañana,
Con el último bostezo
y el primer suspiro
de la mañana.
Como el frío de la noche.
Con el viento, el pasto, la luna de la noche,
Con los olores de la noche.
De la noche.
Arroyo
Como ponerse zapatos,
ponerse nervioso,
ponerse sombrero,
ponerse a resguardo.
Como ponerse de pie
y dejar que una lágrima
la cambie todo.
En recipientes
Como la memoria,
cuando se desordena
y te mezcla los días,
cuando se confunde
y te mezcla las caras,
cuando se tropieza
y te mezcla los sueños.
Marea baja
Algo como casi nada.
LOS ESTATUTOS
DEL HOMBRE Thiago de Mello.
(Traducción de Pablo Neruda)
Artículo 1
Queda decretado
que ahora vale la vida, que ahora vale la verdad, y que de manos dadas
trabajaremos todos por la vida verdadera.
Artículo 2
Queda decretado que
todos los días de la semana, inclusive los martes más grises, tienen derecho a
convertirse en mañanas de domingo.
Artículo 3
Queda decretado
que, a partir de este instante, habrá girasoles en todas las ventanas, que los
girasoles tendrán derecho a abrirse dentro de la sombra; y que las ventanas
deben permanecer el día entero abiertas para el verde donde crece la esperanza.
Artículo 4
Queda decretado que el hombre no precisará nunca
más dudar del hombre. Que el hombre confiará en el hombre como la palmera
confía en el viento, como el viento confía en el aire, como el aire confía en
el campo azul del cielo.
Parágrafo:
El hombre confiará en el hombre como un niño
confía en otro niño.
Artículo 5
Queda decretado que los hombres están libres
del yugo de la mentira. Nunca más será preciso usar la coraza del silencio ni
la armadura de las palabras. El hombre se sentará a la mesa con la mirada
limpia, porque la verdad pasará a ser servida antes del postre.
Artículo 6
Queda establecida, durante diez siglos, la
práctica soñada del profeta Isaías, el lobo y el cordero pastarán juntos y la
comida de ambos tendrá el mismo gusto a aurora.
Artículo 7
Por decreto irrevocable queda establecido el
reinado permanente de la justicia y de la claridad. Y la alegría será una
bandera generosa para siempre enarbolada en el alma del pueblo.
Artículo 8
Queda decretado que el mayor dolor siempre fue
y será siempre no poder dar amor a quien se ama, sabiendo que es el agua quien
da a la planta el milagro de la flor.
Artículo 9
Queda permitido que el pan de cada día tenga
en el hombre la señal de su sudor. Pero; que sobre todo tenga siempre el
caliente sabor de la ternura.
Artículo 10
Queda permitido a cualquier persona a
cualquier hora de la vida el uso del traje blanco.
Artículo 11
Queda decretado, por definición, que el hombre
es un animal que ama, y que por eso es bello, mucho más bello que la estrella
de la mañana.
Artículo 12
Decrétase que nada estará obligado
ni prohibido. Todo será permitido. Inclusive jugar con los rinocerontes, y
caminar por las tardes con una inmensa begonia en la solapa.
Parágrafo:
Sólo una cosa queda prohibida: amar sin amor.
Artículo 13
Queda decretado que el dinero no podrá nunca
más comprar el sol de las mañanas venideras. Expulsado del gran baúl del miedo,
el dinero se transformará en una espada fraternal, para defender el derecho de
cantar y la fiesta del día que llegó.
Artículo
Final
Queda prohibido el uso de la palabra libertad,
la cual será suprimida de los diccionarios y del pantano engañoso de las bocas.
A partir de este instante, la libertad será algo vivo y transparente, como un
fuego o un río, o como la semilla del trigo y su morada será siempre el corazón
del hombre.
Autor: Thiago de Mello
(Amazonia 1926)
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