El sábado 24 de agosto a
las 18 horas, el escritor y docente Alfredo Savy presentó su primer libro “La paradoja del hombrecito y otros
cuentos” en la Biblioteca Pública Rivadavia. El libro cuenta con el
prólogo del poeta y escritor local Francisco Islas, en su presentación estuvieron presentes
integrantes del Centro de Escritores “Domingo Cicoria”.
En
entrevista al diario Local “La Opinión” el escritor expreso: “Hace tiempo que
vengo escribiendo estos cuentos, es algo que me nace naturalmente ya que mi
vocación me lleva a leer y a tener diferentes influencias. La lectura muchas
veces te incita a la escritura y por esa razón empecé a escribir estos cuentos
cuando comencé a estudiar el profesorado de Lengua y Literatura, hace
aproximadamente unos 7 u 8 años. Fueron
todos relatos que surgieron de una manera muy natural sin que yo pensara en una
futura publicación. Y en un momento me di cuenta de que tenía varios textos
para publicar y que ya podía formar un libro”.
En
ese mismo sentido, el entrevistado agregó que “este es un libro que tiene
alrededor de 80 páginas con cuentos que tienen la idea de generar un cross en
la mandíbula del lector, como decía Roberto Arlt”. “Intentan generar impacto,
son cuentos cortos, de una página o dos que tratan de generar esas reacciones.
Me gusta dar a conocer lo que hago y que no que queden guardados en un cajón de
mi escritorio”, señaló.
Vida del
escritor:
Alfredo Savy nació en Trenque
Lauquen el 13 de octubre de 1986. Desde chico se vinculó al arte. Llegada la
adolescencia, estudió en el Centro Polivalente de Arte donde se aventuró en la
pintura, el dibujo, la música, la escultura, la poesía, los cuentos y las
novelas.
Estudió el profesorado de Lengua y Literatura
en el Instituto Superior de Formación Docente Nº 40 de su localidad.
Sus influencias en la poesía
han sido el surrealismo francés y el vanguardismo argentino, entre los que se
destaca Juan Gelman. En la narrativa hay una clara influencia fantástica del
argentino Julio Cortázar y, por otro lado, del uruguayo Eduardo Galeano en lo
que respeta a la creación de cuentos breves.
En 2010 participó de la
antología narrativa argentina “Habitar en secretos”, seleccionada por Marta
maría Mutti para la editorial Dunken de Buenos Aires.
En 2011 participó de la
antología narrativa argentina “Mundos desnudos”, seleccionada por la misma
autora para la misma editorial.
Ha colaborado con escritos propios en el diario “la
Opinión” de su ciudad.
Publica desde 2005 en el Poemario Trenquelaquenche
del Centro de Escritores “Domingo Cicoria”.
Su
libro “la paradoja del hombrecito y otros cuentos es el primer libro publicado
por Alfredo Savy.
Estas narraciones y
microrrelatos hablan de realidades dentro de la realidad, de hechos cotidianos
mezclados con hechos fantásticos con los cuales nos podríamos sentir
identificados. La sorpresa que nos generan muchos de estos relatos nos alientan
a estar prevenidos y a empezar a pensar que la realidad, muchas veces, no es lo
que parece.
El hombre
acrónico:
Un hombre leía un libro en su cama, y sobre
la mesa de luz un reloj, hecho a partir del caparazón de un caracol de mar, marcaba
firmemente los segundos. El ruido lo descontrolaba; entonces decidió doblar la
aguja más grande, la del minutero, para que cuando la del segundero pasara por
ahí se detuviese y junto con ella el ruido molesto.
Cuando la aguja pasó por ahí
se detuvo, la hora también se detuvo, y el tiempo y su respiración.
La canilla
Se despertó, eran las tres de
la madrugada. La tercera edad de Roberto se inauguraba con inquietantes e
incomodidades de todo tipo. En ese momento, acostado en su cama, mirando el
techo y escuchando el sonido casi imposible de la noche, empezó a sentirse
nervioso. Gotas y gotas caían de la canilla del baño. Se levantó, la cerró con
fuerza. Se acostó y trató de dormir, pero a los pocos minutos las gotas
volvieron a caer una detrás de otras con un ritmo acobardador.
Para no perder el agua
derramada, y para no escuchar el ruido
molesto de las gotitas, Roberto colocó el vaso de plástico del enjuague bucal
debajo de la canilla.
Ahora las gotas gemían con
más fuerzas al golpear contra el fondo del vaso y Roberto ya no soportaba más
los ruidos que le impedirían levantarse temprano para ir al banco por su
jubilación.
Cerró la canilla lo más
fuerte que pudo y la ató con una media.
Dejó de gotear, pero, en ese mismo momento, un diluvio se precipitó sobre la
ciudad.
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