miércoles, 28 de agosto de 2013

Cuidemos y plantemos árboles!!

29 de agosto: Día Nacional del árbol.
     Suecia fue el primer país del mundo en instituir un día del año como "Día del árbol". Esto ocurrió en 1840, cuando en dicho país se había tomado conciencia de la importancia que tienen los recursos forestales, del cuidado que se debía brindar a los árboles, y la necesidad de introducir a los niños desde temprana edad, en el conocimiento y la práctica de una tarea a largo plazo.
     Años más tarde, muchos suecos emigraron a Estados Unidos y llevaron consigo esta valiosa herencia cultural, cuyo ejemplo sirvió para que Norteamérica en 1872, también instituyera su "Día del árbol". Y a partir de allí comenzaron a establecerlo los otros países del continente y del mundo.
     El 21 de agosto de 1860 Canadá había adoptado la hoja del arce (árbol de singular belleza y buena madera para la construcción) como emblema nacional. Razón por la que la hoja del arce o maple pasó a ser el centro de la bandera y escudo que exhibe Canadá ante el mundo, usándose también, bajo la forma decorativa de broches, prendedores y botones, cada vez que se celebra el "Día del árbol" en esa nación.
      En la República Argentina el principal impulsor de la actividad forestal fue Domingo Faustino Sarmiento (Presidente de la Nación de 1868 a 1874) que en un discurso subrayó: "El cultivo de los árboles, conviene a un país pastoril como el nuestro, porque no solo la arboricultura se une perfectamente a la ganadería, sino que debe considerarse un complemento indispensable", agregando: "La Pampa es como nuestra República, tala, rasa. Es la tela en la que ha de bordarse una nación. Es necesario escribir sobre ella ¡Árboles! ¡Planten árboles!".
     La prédica de Sarmiento encontró eco treinta años después, cuando el 29 de agosto de 1900, el Consejo Nacional de Educación, establecido el Día del Árbol en la Argentina, por iniciativa del Dr. Estanislao Zeballos.
    El árbol es parte de los bosques y selvas, acompaña al hombre en los caminos, embellece las calles, plazas y parques de las ciudades, son viejos amigos, fieles y serviciales. Nos dan frutos para alimentarnos, sombra, madera, medicinas para conservar nuestra salud, etc. Plantados en cortinas protegen a otros cultivos y formando montes de reparo protegen a los animales.
Fuente: Revista El Bosque. Asociación Amigos del Árbol, Bosques y Parques Nacionales.
     DERECHOS DE LOS ÁRBOLES

Ø Los árboles tienen derechos, igual que los seres humanos y los animales.

Ø Tienen derecho a la vida.

Ø Tienen derecho a ser protegidos, y tener cubiertas sus necesidades de luz, agua, aire y espacio.

Ø Tienen derecho a no ser dañados. Todo lo que ponga en peligro su vida es un asesinato (fogones, incendios de reservas o parques).

Ø Tienen derecho a cumplir su ciclo, y la tala indiscriminada les niega ese derecho. Si la tala es necesaria, hay que hacer una plantación equivalente en el mismo lugar.

Ø Tienen derecho a crecer. Destruirlo siendo pequeño y sin haberse reproducido atenta contra la especie, e indirectamente contra nosotros mismos.
 
El árbol ( de Santis Pablo).
Nuestros antepasados plantaron el árbol a la entrada del pueblo. Siempre estuvo afuera de la aldea y en el centro a la vez. No llamaba la atención por su pobre follaje ni por su tronco retorcido, sino por sus frutos.  Nunca se sabía cuándo iba a ocurrir, si en primavera o en invierno, dentro de quince días o dos años.
       Yo mismo he visto una manzana, y al año siguiente un racimo de uvas, y luego una naranja casi amarilla. También aparecieron frutos que no sabíamos cómo llamar, y que tal vez en otras regiones fueran habituales. Algunos estaban cubiertos de espinas, otros eran grises y de olor nauseabundo. Nadie se atrevió a probarlos.
        Pero llegó el día en que el árbol agotó las formas y los colores. Este esfuerzo retorció aún más sus ramas y le dio a su tronco un aspecto de fósil. El último invierno, antes de quebrarse en la tormenta, antes de que nosotros hiciéramos una hoguera con sus ramas, para que no quedara ni una sola huella del árbol, dio su último fruto: un ahorcado.

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